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Foto del escritorJavier Cone

Amor-en-paranoia

Reconozco que me encanta, pienso al esperarlo, y cuando estoy junto a él. Y llega, y llega, y veo que no sonríe.


Ayer hubo discusión, no la entendió el, seguro, no la entendí yo.

Viene serio, como se él, pero me encanta su sonrisa, tanto presente como normal, esto es, ausente. Recorro su cuerpo con la mirada, fuerte, agradecido, a priori incitador de deseo.


Se acerca, un beso, dos besos, voz seria, sonrisa marchita que intento contagiarle. Permanece serio una vez más, pero sé bien que arde. En deseo por mí, en esperanza (infundada) por nosotros y en temor por sí mismo. Es guapo, muy guapo, tan guapo como inseguro.


Subo al coche, y allí mi falta de autoestima desaparece, por él. Me mira, inofensivo, le sonrío nuevamente y me roza. Vamos al parque, y el sol comienza a iluminarle. Su boca casi perfecta se hace sonrisa y sus brazos, fuertes con trabajo, me rodean. Quiero transmitirle mi seguridad, sin hacerlo dudar de la certeza de mi gusto por él.


Paseamos, tomamos helado, deseo café, miro sus ojos... y me satisfago. Y me abraza de nuevo, por detrás, me levanta y se sienta en un banco al que querría encadenarse... o encadenarme. Quiere estar seguro, pero cuando la falta viene de dentro, yo sólo puedo animarlo a penetrar en sí mismo. Me sirvo del beso. Acaba, duda, lo beso de nuevo. Paranoia a en una calurosa tarde de frío, o fría tarde de calor.

Volvemos cuando anochece. Duda de nuevo, yo no. Acabe en lo que acabemos,vivo el momento. Le digo fortachón, me oprimo en su pecho... Mañana será otro día, su noche será de duda, mi ahora, de alegría.


Hoy, mando yo, y lo sé.

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