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Foto del escritorJavier Cone

El precio de la justicia, o una reflexión a partir de Death Note

Hablando de series, videojuegos o canciones que marcaron mi vida, no podía olvidarme de Death Note. Esta joya de la animación japonesa, con estética cuidada y temática adulta, puede hacer las delicias de los más exigentes, siempre y cuando estén abiertos a un poco de fantasía... envuelta en la más cruda realidad.

Light Yagami es un estudiante ejemplar, el típico coquito japonés. Su constante trabajo en el instituto, en la academia y en casa, además de una inteligente fuera de lo común, le valen para ser el número uno en todo el país nipón. Su vida cambiará radicalmente cuando, un día cualquiera, encuentre una extraña libreta en el patio del instituto. Se trata del Death Note o Cuaderno de Muerte, un pequeño libro en blanco con una serie de reglas escritas en su contraportada. La premisa parece sencilla:

"Aquel cuyo nombre quede escrito en este cuaderno, morirá".

A partir de aquí, y pese a las dudas iniciales, Light aspirará a convertirse en una suerte de mesías de la muerte. Lejos del uso que podría haberle dado otro humano, quizás orientado a sus venganzas o rencillas personales, el joven Yagami se propone acabar con la delincuencia y las malas intenciones mediante una planificada serie de asesinatos de aquellos que han obrado el mal. ¿Bondad? Nada más lejos de la realidad.

El primer ser realmente sobrenatural de la serie -si no podemos considerar como tal a un cuaderno que mata en el acto- es Ryuk, el shinigami o dios de la muerte que dejó caer en La Tierra el Death Note. Además, es el autor de las reglas básicas de uso. Esta criatura de aspecto entre lo gótico y lo caricaturesco proviene de un mundo habitado por otras deidades consagradas a la muerte. A lo largo de su estancia en Japón, desarrollará una relación mucho más afectiva hacia las manzanas que hacia el propio Light Yagami.

Poco después de la llegada de Ryuk, el asesino en serie conocido como Kira (del inglés killer) es ya un fenómeno en internet. La policía internacional se afana en dar explicación a las misteriosas muertes que asolan las prisiones de medio mundo, pese a que la duda moral también planea sobre las fuerzas del orden y la justicia: ¿acaso no aplica Kira una nueva pena de muerte? L, el detective secreto que coprotagoniza la serie, tiene una respuesta muy clara: Kira no es más que un vulgar asesino.

Así comienza esta renovada versión del juego del gato y el ratón. Tanto Light (Kira) como L demuestran un carácter entre lo competitivo y lo infantil que, junto a una inteligencia fuera de lo común, propiciará el enfrentamiento que hace del primer arco de la serie una obra maestra. No obstante, no debemos esperar una lucha de dimensiones épicas, pues el círculo se reduce tan pronto que la lucha se basa más en el contacto directo... más en lo que no se dice, que en lo que se dice o hace. En este contexto aparece el personaje secundario por excelencia, la adorable Misa Amane... más conocida como el segundo Kira.


El Reino de Kira

El segundo gran arco argumental introduce tramas ligeramente más rápidas y épicas, además de un gran número de personajes secundarios. A la vez, no se duda en dar protagonismo a figuras poco importantes en la primera parte de la serie... conforme Light va cobrando un papel menos relevante -o que, al menos, ocupa menos minutos en cada episodio-. Como era de esperar, la calidad desciende, convirtiendo la serie en un muy buen producto que, sin embargo, se aleja del calificativo de obra maestra que podía recibir el enfrentamiento L versus Kira. Nos encontramos en un mundo que acepta abiertamente a Kira. La policía internacional pasa a segundo plano conforme las potencias se niegan a luchar contra el asesino en serie. La sociedad se divide entre aquellos que temen al mesías de la muerte y los que, además de temerlo, lo adoran. La justicia comienza a cobrar un nuevo significado, y la victoria de Light parece inevitable.


No sabemos si fruto de un exceso de confianza o de un empeoramiento de las tramas, los planes de este son cada vez más retorcidos pero menos inteligentes. Incluso varios personajes que no destacaban por su perspicacia comienzan a poner contra las cuerdas al otrora mejor estudiante de Japón. Por suerte, el final de la serie -y, muy especialmente, los últimos minutos de Un mundo nuevo- consiguen elevar el nivel hasta un punto digno de aquellos primeros enfrentamientos L-Kira... de esas conversaciones entre Light y Ryuk.


"Este mundo... está podrido"


Quizá se deba a los grandes momentos que me ha dado esta serie tanto en aquella adolescencia cada vez más lejana como en cada revisión. Es posible que el carisma de personajes tan profundos como Light o tan adorables como Misa Misa contribuyan a ello. Puede ser que la excelente ambientación sonora y los eternos silencios ayuden a formar esta opinión. Pero no temo afirmar que la calidad de Death Note es tal que incluso su parte más floja roza lo excelente. Esta serie pone sobre la mesa una reflexión sobre la pena de muerte y los ideales de justicia desde un punto de vista serio y diferente... A través de una trama en la que los héroes y anti-héroes intercambian papeles con la misma facilidad con la que Light Yagami siega una vida escribiendo en su Death Note.


Dicen los shinigamis que aquellos que usan el cuaderno, al morir, no pueden ir ni al cielo, ni al infierno. Sin embargo, Death Note nos lleva al auténtico paraíso de la animación japonesa.


Imagen: DevianArt.

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